El análisis del primer año de la administración Piñera, en particular su segundo semestre de gestión, ha permitido obtener un cuadro más nítido del diseño político del Ejecutivo. Este se estructuró, de hecho, sobre tres ejes principales: una estrategia política orientada a conformar una nueva derecha, liderada por un presidente con fuerte apoyo popular, capaz de cooptar al centro político; la configuración, a través de la propia gestión gubernamental, de una nueva forma de acción del Estado; y un intento de reeducar y limitar al sector privado protegiendo los intereses de los consumidores.
El incremento del consumo privado, inventarios y exportación de recursos naturales permitió la recuperación económica pero ha mantenido el dólar a la baja. El aumento del crédito bancario permitió superar las ganancias ya abultadas de 2009, siendo los bancos los beneficiarios directos de la recuperación del gasto interno. En un marco de equilibrio fiscal efectivo la política económica contendrá el gasto en educación y salud y se continuará con el esquema neoliberal, profundizando la subsidiariedad del Estado y el asistencialismo, en un esquema político cada vez más marcado por el clientelismo. Considerando la diferencia estadística irreconciliable entre la nueva encuesta nacional de empleo y la antigua es difícil establecer la realidad de la recuperación del empleo.
En este marco, la política social ha mantenido ciertas orientaciones de la administración anterior, agregándole unas nuevas, pero las tensiones observadas en el campo político entre la derecha tradicional y la "nueva derecha", sugieren que el futuro de la política social estará determinado por el resultado de la confrontación al interior de la Alianza, así como por la capacidad de reconstitución de la oposición y de la movilización de los actores sociales.
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