Las positivas cifras de actividad económica y empleo no fueron argumentos suficientemente convincentes para que la opinión pública y el electorado revirtiera su mala evaluación del gobierno y de los partidos de la Alianza. La elección municipal recién pasada mostró, una vez más, lo acertado de la reiterada sentencia que en política, esta importa más que la economía. Igualmente, estableció con claridad la contaminación que la desfavorable apreciación de la labor gubernamental tenía sobre el potencial apoyo a los partidos oficialistas.
Desde las filas gubernamentales se le ha criticado al Ejecutivo la falta de un relato que organice y comunique en forma adecuada sus logros, así como la falta de afecto y empatía con los sentimientos ciudadanos, supuestas causas de este fracaso. Sin embargo, ambas explicaciones contienen fallas de fondo.
En relación al relato, la estrategia que en la práctica ha intentado e implementado la administración Piñera no es comunicable, de hecho es inenarrable. La expansión de la renta y lucro privado como orientación estratégica no es traducible como discurso público convocante. Y la falta de afecto no depende, como se ha querido establecer, de las características personales del Presidente, sino de la forma en que este, en cuanto representante del Poder Ejecutivo y al mismo tiempo del mundo empresarial, se ha relacionado con las instituciones democráticas. Las explicaciones deben, entonces, encontrarse detrás de tales razones.
Nos parece que la causa más profunda de la desafección ciudadana con la administración Piñera ha sido una práctica política reñida con el imaginario republicano democrático del país.
Descargar volumen completo (PDF, 3.36 MB, 2,802 descargas)